Fue sólo un instante
Fue sólo un instante, inesperado y fugaz. Caminaba yo con ese andar apresurado tan típico de los citadinos: como si siempre estuviésemos persiguiendo algo, o más bien, como si siempre hubiese algo de lo cual huir. Nubes oscuras y deformes ensombrecen la mañana, como siempre; obesas de tanto tragar el humo pestilente de las fábricas. De vez en cuando, preñadas de tanto tóxico, dejaban caer ligeras lloviznas de gotas contaminadas con partículas de plomo desde el mismísimo vientre, igual que todos nuestros bebés. Me atreví a mirar el tráfico de la avenida, a pesar de mi afán por llegar a la estación de bus y el riesgo de estrellarse contra el salvaje arroyo de peatones apresurados. Eran los mismos autos y los mismos rostros, rostros coléricos que detrás de cada parabrisas parecían entregados al juego de deletrear, silenciosa y exageradamente, maldiciones y groserías mientras hacían sonar la bocina en un frenesí rabioso. Todos los días los mismos. Todos los días lo mismo. Lo único nuevo
Comentarios
Publicar un comentario
Hola! Tu mensaje aparecerá muy pronto, gracias por escribir.