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Sueño profundo

  Una noche la gente que dormía empezó a hundirse en la tierra, tan profundo como su soñar.  Se rompían las camas, colchones y tablas y a pesar del estruendo tan espantoso nadie se despertaba. Se rompían las baldosas de los pisos, el suelo de concreto y los cimientos de las casas, y la tierra, agobiada por el peso de los durmientes, les abría paso como si fueran un proyectil de hierro perforando la blanda carne del planeta. Los durmientes despertaban, eventualmente, para descubrirse solos en el fondo de sus pozos. Menos yo, que siempre he sufrido de insomnio, y por un instante de aquella fatídica mañana, fui el dueño indiscutible del mundo. Bailé, reí, salté, y me burlé, desde el borde de sus prisiones, de todos aquellos que me habían menospreciado.  Hasta que agotado por tanta actividad, cerré brevemente los ojos a media mañana.

¡Escucha el mar!

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Un sol grande y naranja comenzaba a hundirse en el horizonte, pintando el mar con atrevidas pinceladas de oro y ocre. En la solitaria playa tan sólo el adulto contemplaba el espectáculo, hundido en pensamientos melancólicos. Los dos menores, de edades distintas, correteaban felices. El adulto los contempló con algo de envidia: a esa edad, ¡qué fácil es deleitarse con cada experiencia que ofrece este mundo! Todo detalle es novedoso, toda sensación está llena de sorpresas. El mayorcito detuvo sus carreras y preguntó tímidamente: — ¿Era necesario matarlos a todos? Podría haber conservado uno, como mascota. — Sabes bien que las criaturas salvajes transmiten enfermedades peligrosas. No podríamos pasear tranquilamente por esta playa si no hubiésemos esterilizado cuidadosamente todo el lugar. En ese momento se escucharon los gritos del más pequeño. Se habían olvidado completamente de él! Recorrió los alrededores con la mirada, y se tranquilizó cuando vió al menor dirigiéndose rápidamente haci

Primer puesto concurso de cuento Fundación Haceb

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El 29 de septiembre, en las instalaciones del Museo de Arte Moderno de Medellín, fue la premiación del concurso de cuento de la Fundación Haceb, en la que obtuve el primer puesto! Este es el momento de la lectura del cuento, titulado "Servicio Al Cliente Haceb":

El calcetín rojo (Microrelato)

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  Se pasó una hora buscando el calcetín rojo. No era fácil, en la oscuridad. Trató de usar la memoria para saber en dónde estaba cada objeto de la habitación, pero fue inútil, no parecía que nada siguiera en su lugar.  Se arrastró como pudo, lastimándose aún más, y nunca se detuvo a preguntarse por qué era tan importante ese calcetín, a pesar de que se le escapaba la vida con cada suspiro. Al menos —se dijo—, al menos los que me encuentren verán que me esforcé por estar bien presentada. Y la muerte, conmovida por ese último capricho irracional, aguardó pacientemente bajo un sol macabro hasta que los dedos ampollados encontraron el calcetín perdido, y con un último esfuerzo lo pusieron en el pié descalzo, mientras una lluvia venenosa empapaba todo, allí en donde antes estuvo su habitación, su casa, su barrio, la ciudad entera de Hiroshima. Nota : Este microrelato surgió como un ejercicio de escritura creativa que pedía generar una historia a partir de la frase "Se pasó una hora bu

Fue sólo un instante

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Fue sólo un instante, inesperado y fugaz. Caminaba yo con ese andar apresurado tan típico de los citadinos: como si siempre estuviésemos persiguiendo algo, o más bien, como si siempre hubiese algo de lo cual huir. Nubes oscuras y deformes ensombrecen la mañana, como siempre; obesas de tanto tragar el humo pestilente de las fábricas. De vez en cuando, preñadas de tanto tóxico, dejaban caer ligeras lloviznas de gotas contaminadas con partículas de plomo desde el mismísimo vientre, igual que todos nuestros bebés. Me atreví a mirar el tráfico de la avenida, a pesar de mi afán por llegar a la estación de bus y el riesgo de estrellarse contra el salvaje arroyo de peatones apresurados. Eran los mismos autos y los mismos rostros, rostros coléricos que detrás de  cada parabrisas parecían entregados al juego de deletrear, silenciosa y exageradamente, maldiciones y groserías mientras hacían sonar la bocina en un frenesí rabioso. Todos los días los mismos. Todos los días lo mismo. Lo único nuevo

Crónica: La verdadera Mancarita

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  De niños nos contaban la historia de la Mancarita, una mujer que, desesperada porque su bebé no dejaba de llorar, lo tomó por los pies y lo golpeó contra una piedra, arrojando luego el cadáver al río. Cuando murió, Dios la condenó a vagar por el borde de ríos y quebradas, con un costal al hombro, hasta que recolecte todos los huesos del pequeño. Se dice que le falta encontrar la falange del meñique de la mano izquierda. Recuerdo también una mañana en que unos primos, para evitar los trabajos de la finca, se escabulleron loma abajo, hacia la quebrada, para subir después, con rostros pálidos como papel, pidiendo que por favor les pusieran oficio. Al preguntarles qué les pasó decían: — La Mancarita! La Mancarita!  Nos asomamos todos al borde de la loma, y efectivamente, abajo, por la quebrada, avanzaba una anciana de largo cabello blanco, con un costal al hombro. Pero no era la Mancarita: era una señora recogiendo leña. Respiramos aliviados, pero poco imaginaba yo que la verdadera Manca

Varados: nuevo libro de Ciencia Ficción!

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"Varados" es el título del nuevo libro de cuentos en el que estoy trabajando. En la fotografía puedes ver el proceso de ilustración para la portada, que corresponde al cuento del mismo título. En esta colección de relatos, el tema es la Ciencia Ficción, y más especificamente, encuentros con alienígenas. Encontrarás las siguientes historias: Refugiados Todas las especies inteligentes de la galaxia llegan a un pacto para poder compartir el último planeta habitable. Amable invasión ¿Cómo detener una avasalladora pero gentil invasión extraterrestre? El Bueno de Henry ¿Qué pasaría si en medio de tu búsqueda de vida alienígena te topas con un dragón alcohólico? Escamas Lagartos del tamaño de personas empiezan a aparecer por toda la ciudad, escogiendo un humano y siguiéndolo día y noche. Son inofensivos a menos que trates de alejarlos de tí.  Varados Gigantescas naves extraterrestres llegan lenta y silenciosamente hasta la órbita terrestre, en donde quedan flotando a la deriva, sin